8/10/07

Relatos cortos



La ley de Murphy y Karmelle


-Siéntate ahí, cerca de mí. Y cuenta, cuéntame qué ha sido de ti estos meses.
-¿Qué quieres escuchar tito, la verdad o algo que no te provoque gastritis?
-Lo que quieras criatura, te conozco y, al final, eso es lo que harás. ¡Rebelde te hizo mi hermano!
-Todo empezó cuando me despidió mi jefe. Pretendió sustituir en mis manos el mango de la fregona por el suyo, y me negué en redondo, no por dengues, que a mí un buen mango- tú lo sabes bien tío- no me espanta ni me asusta, si no porque no me da la gana que, en el contrato no escrito, ni firmado, de trabajo, pretendan mis jefes aducir que entre mis obligaciones laborales se incluye mi asistencia puntual y frecuente a sus necesidades sexuales. Y no me apetecía, que yo el ajo lo tomo crudo, asado, en all i oli... pero me resisto a sacárselo de entre las encías a ningún tío asqueroso. Que ya me lo has oído otras veces, ¡me sale cada ligue!... los tendría que meter en lejía el burrito, desencostrarlos con sosa cáustica y tenderlos al sol muchas horas para liberarles de los malos humores (¿se llama así a la peste olorosa, tío?).
-Es que parece que los elijas, el último siempre hace bueno al anterior, sobrina. ¿Cuándo despabilarás?
-A lo que iba, cuando le solté el sopapo- se me fue la mano ciertamente- salí por pies y claro, ya en el apartamento me acordé, debería haberle pedido la cuenta. Me quedé sin faena y sin blanca. Y debía tres meses de alquiler, que yo cuando vivo sola, siempre me acompaña el Murphy, el de la mala pata, no me deja el cabrón ni a sol ni a sombra.
-Pero, y ese con el andabas, ¿cómo le llamabas?
-Ah, ese. El Yoni. Un tonto el culo. Me gasté una pasta (que pedí prestada a la Jessy) para pagarle la fianza y va y se deja coger a los pocos días y pierde la condicional. Al trullo otra vez y he perdido la pasta de la fianza, y se la debo a la...
-Pero Karmele, ¡es que pareces tonta! ¿Qué haces tú encoñada con un delincuente?
-No, si el Yoni no es un delincuente tío, es tonto, muy tonto. No le trincaron por robar o matar o asaltar un banco, que no. Le trincaron por bobo, en plena Gran Vía. Te cuento: Un fulano da un tirón a una vieja y se abre con el bolso, echa a correr como una liebre y, qué casualidad, un madero de paisano que estaba ligando con una menor, se lanza a perseguirle en plan Capitán Trueno en presencia de su princesa Sigrid. Cuando le da alcance, le sujeta de la gabardina y, el caco más listo que el hambre se deshace del bolso, se lo tira a mi Yoni que pasaba por allí y éste, con la cara de bobo más bobo del mundo, lo recoge como un experto pibot y lo abraza contra el pecho como un figura de la liga americana.
El madero observa el cambio de manos del bolso, se detiene chirriando los zapatos en el asfalto y, como un malabarista consumado, extrae del sobaco unos grilletes, se los coloca al presunto, recupera el bolso y se olvida del tironero auténtico que desaparece hacía la puerta de Alcalá que se abre para él, miralá, miralá. Consentidora.
El poli tiene un detenido, tiene el bolso, y seguro que tuvo a la menor, que se derretía de emoción y ganas observando a su héroe actuar. No había pruebas de complicidad ni antecedentes y le impusieron una fianza...
-Así no puedes seguir, has de sentar la cabeza, criatura.
-No si yo quisiera que mi vida cambiase, no creas que me agrada la que llevo pero... ¿qué puedo yo hacer?, las cosas vienen como vienen. He pensado, no creas, he pensado en soluciones heroicas. Meterme a puta, hacerme política, especializarme en negocios sucios de terrenos o algo así, algo grande que me libere, pero me falta constancia, soy una veleta loca. ¿Te acuerdas cuando me lo llamabas? Qué razón tenías. Si quieres termino aquí mi relato tío, que no te veo buena cara y, total, lo que falta te lo puedes imaginar... Por cierto tío, ¿quieres que te la chupe?

Scila/

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