10/1/10

Fin de Año en el Sur



A mi amigo Narbona. 
 

Este año, como muchos otros, optamos por pasar la noche de fin de año en un Parador. Elegimos el Sur que tanto nos atrae: El Parador de Ayamonte en Huelva. Dada la distancia a recorrer y la ausencia de urgencias decidimos efectuar el recorrido en dos etapas, para ello reservamos habitación en el Parador  de Antequera (Málaga). Llegamos el día 28 por la tarde. Pese a nuestro intención de visitar todo lo mucho de interés que atesora esta ciudad, la lluvia continuada no nos dejó opción, lo dejamos para otra ocasión. Recorrimos el Parador disfrutando de la atractiva decoración de este Centro que aporta toda la modernidad vigente en cuestión de decoración y equipamiento.

-El día 29 llegamos a Ayamonte por la tarde, la intensidad de la lluvia no aconsejaba arriesgarse a salir, había muchas carreteras comarcales y locales afectadas de modo que optamos por tomárnoslo con calma, descansar, hacernos unos mojitos, y leer.

-Día 30: Salida desde Ayamonte hacia la Sierra de Aracena, visitando las Minas de Rio Tinto (lo que pudimos visitar porque la hora no fue la adecuada y estaba cerrada la excursión en el trenet), visitamos algo de Aracena (está peatonalizado casi todo el centro) y, con lo que estaba cayendo, no era cosa de callejear a pie. Pasamos por Cortegana y Aroche, y regresamos a Ayamonte por Rosal de la Frontera, Cabezas Rubias, San Silvestre de Guzmán y Villablanca. Todo el recorrido transcurrió bajo una intensa lluvia que, en la sierra de Aracena se complementó con una espesa niebla que no dejaba ver ni el morro del coche. Comimos un excelente balacao portugués en un chiringuito a la salida de Aracena.

-Día 31: Salimos del Parador y nos dirigimos hacia Isla Cristina– la playa es inmensa, el Atlántico aparecía revuelto, las hermosas y encrespadas olas presentaban un horrendo color achocolatado, nada que ver con el verde esmeralda de los días de calma. Sobre la arena se acumula una  abundante y sospechosa espuma. En la oficina de interpretación, a punto de iniciar su actividad, nos dan una explicación para bebés sobre esa espuma contaminante. Pasamos por Lepe– no nos cuentan ni un sólo chiste- pero damos una vuelta por el centro, después por Cartaya, castillo que nos lleva hacia el desvío que conduce a Punta Umbria. Llegamos casi hasta el faro, se intensifica la lluvia y no encontramos el camino hacia el faro, así que regresamos hacia un chiringuito que hemos visto en el camino: El Chiringuito "der Matias", ubicado en la arena, junto a la carretera.
–¡Olé!, comemos pescadito de categoría (plato fuerte rodaballo) y nos atienden con toda cordialidad. Después seguimos hasta Huelva, damos una vuelta por el centro y continuamos hacia Moguer, Palos de la Frontera y La Rábida con su Universidad– paramos en el Monasterio, está cerrado y sólo podemos darnos una vuelta por el exterior.  Se va haciendo tarde y regresamos al Parador para la cena.

Cena de Fin de Año en el Parador de Ayamonte– plato de pescado ¡Rodaballo, otra vez!-. Tras la cena y las uvas nos vamos a la habitación, no acostumbramos a sumarnos a esa extraña fiesta forzada o forzosa de matasuegras y confeti, de risas de cartón y chiquillerías de adultos en edad de merecer.
Pero el Parador de Ayamonte no está preparado para montar estas "discoteques" y permitir el descanso a los menos festeros. Se oye todo el estruendo de la música en la habitación con unos niveles imposibles de soportar. No aceptan reducir el volumen ni adelantar el cierre: hasta las 4 de la madrugada nos destrozan los tímpanos y la paciencia. Al día siguiente- con una migraña que amenaza con romper mi cráneo- presentamos una queja oficial a la Junta y otra a Paradores, dentro de un año escucharemos aquello de "agradecemos su opinión que tomaremos en cuenta, ete. etc. Pero me han fastidiado las vacaciones y la costumbre de pasar el Fin de Año en Paradores.

-Día 1: Aunque ya no llueve, Doñana y las marismas están intransitables– pretendemos informarnos pero no contestan al teléfono– por lo que tras visitar el pueblo de Ayamonte  muy bonito, por cierto,  decidimos irnos hasta Faro, en el Algarve portugués.  Tomamos la autopista y llegamos a Faro, nos damos una vuelta por el casco histórico y casi no encontramos a nadie, parece una ciudad fantasma, todos los restaurantes y tiendas están cerrados. Volvemos por la carretera de costa hacia Olhaos, también está todo cerrado, así que regresamos sobre nuestros pasos y marcamos en el Tom-Tom el waypoint del chiringuito "der Matias", confiando en que no esté también cerrado. Tenemos suerte: y allí comemos. Tras la deliciosa comida, a base de pescado y vino local, damos un paseo por la playa y, viendo que las nubes nos van a alcanzar nuevamente, regresamos al Parador.

-Día 2: Salimos del Parador de Ayamonte con muy mal sabor de boca, por los efectos de la "fiesta", con dirección a Córdoba. Llueve intensamente y los campos están anegados, amenazan por radio con inundaciones de carreteras y pueblos.  Llegamos al Parador de Córdoba a mediodía. La vista externa del Parador es bastante pobre, las habitaciones– con terraza y vistas sobre la ciudad– son amplias, y por dentro, el Parador es confortable, la impresión es mucho más favorable en el interior que en el exterior. Hay importantes obras de mejora de la zona exterior.

Tras informarnos en recepción que el día 3, Domingo, la catedral está abierta muy pocas horas, decidimos dejar las maletas y marcharnos a la ciudad, comer por el Centro y aprovechar la tarde para ver de nuevo la Catedral. Comemos en una preciosa taberna cargada de tipismo, historia y sabias recetas culinarias, y nos adentramos en la Mezquita-Catedral de Córdoba. Como siempre que nos adentramos bajo las bóvedas sombrías y nos confundimos con el bosque de columnas que se mejan troncos de palmeras saharianas nos parece un monumento maravilloso, increíble. Tras salir de la Catedral, damos una vuelta por la judería, plazas y callejas de Córdoba, pasamos por delante de la Sinagoga y llegamos hasta la Plaza Campo de los Santos Mártires, donde hemos dejado el coche, ahí están los baños árabes, que pensamos visitar al día siguiente. Mi flamante Tom Tom me está guiando bien. Estoy encantado con su ayuda. Volvemos al Parador para la cena.

-Día 3: Me levanto con un fuerte malestar, arrastro los efectos de la migraña provocada en  el Parador de Ayamonte, o tal vez algo me ha sentado mal. Apenas puedo desayunar yogurt y poco más, subimos a la habitación y me meto en la cama. A mediodía continúan las molestias, tomo una infusión de manzanilla y a media tarde aparece la fiebre, tomo una aspirina que parece mejorar los síntomas. Consigo cenar una francesa que me sienta bien.

-Día 4: Regresamos a casa. Llueve torrencialmente casi todo el trayecto. Volvemos por la autovía de Madrid hasta conectar con la autovía Extremadura-Comunidad Valenciana a la altura de Manzanares y, de ahí, enganchamos con la autovía de Madrid-Valencia.  Desde Manzanares hasta casa conduce mi copilota. A la altura de Alarcón, a la intensa lluvia se une la niebla, muy densa, que nos obliga a ir algo más despacio. Llegamos a casa a media tarde. Fin del viaje.
También a mí me supo mal no poder coincidir un rato al menos dada la poca frecuencia con la que nos acercamos por tu tierra. Así que si pasas cerca de esta Comunitat- tan esquilmada pero tan mal gobernada- no dejes de avisarme.
Un abrazo/

2 comentarios:

  1. Gracias por la dedicatoria, amigo. Ya sabes cuanta rabia me dio no haber podido ponernos en contacto. Y repetir lo que ya sabes: tuvieron mala suerte con el tiempo. Indudablemente también con la fecha quizás. Al menos en cuanto al 31 y 1. En que todo se desertiza por las costumbres al uso. Un abrazo.

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  2. Habrá otra ocasión. Seguro.

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