29/3/12

Huelga General

Todos, o la mayoría, hemos tenido ocasión de participar y/o sufrir una huelga general. Es un acontecimiento social- por la participación masiva de la sociedad por pasiva  o por activa. Un acontecimiento que afecta y perjudica a casi todos, los servicios esenciales como el transporte, el comercio, y el derecho al trabajo, se ven comprometidos, limitados o directamente no se prestan.
Desde la vertiente del trabajador, trabajadores somos todos, no sirve ya el anacrónico esquema del trabajador con mono y las manos manchadas de grasa, la huelga es el recurso extremo, el último que le queda para intentar lograr lo que, la negociación con la patronal o el gobierno, no aproximan posiciones. Cuando sus vindicaciones son desatendidas o sus derechos escamoteados y, ante la imposibilidad de avanzar un paso, se opta por ir a la huelga se está abriendo una caja de Pandora que nadie sabe qué puede poner al descubierto. Cuando los sindicatos convocan y organizan la huelga también saben que corren muchos riesgos: perder credibilidad, fracasar en la convocatoria por un escaso seguimiento, romper unas necesarias líneas de negociación con las empresas que puede costar años restablecer. Se corren riesgos de enfrentamientos callejeros al intentar los piquetes "informativos" convencer a otros para que se sumen, para que no hagan de esquiroles, para que respeten el derecho de huelga de los trabajadores. Se corren muchos riesgos, se sabe del costo en miles o cientos de millones de pérdidas para el país en su conjunto por una parada de 24 horas en todo. o casi todo. el tejido productivo. El riesgo seguro de crear más enfrentamiento entre empleador y empleado... A pesar de ello, la huelga es un derecho que no sólo es una herramienta extrema para la negociación, representa un derecho inalienable de los ciudadanos, de los trabajadores.
El problema de la huelga es que para intentar su aplicación general, tras convocarla, conculca el derecho de otros ciudadanos que también tienen derecho a no participar, a no sumarse, a no estar de acuerdo con ella. Y, de igual forma que algunos empresarios fuerzan y coaccionan a sus trabajadores para que no participen, de igual forma que la policía carga a veces con una violencia extrema para disolver y contrarrestar a los piquetes, también los convocantes maltratan a empresas, comercios y ciudadanos que no desean participar en la huelga. Conciliar ambos derechos parece misión imposible.