28/9/14

¿Un parado más?

Veinticuatro horas, eso es lo que le ha costado al señor ministro de justicia- inolvidable ministro para millones de ciudadados y ciudadanas- recolocarse. Tras su dimisión televisada, donde trató de explicar su incapacidad reconocida para sacar adelante una ley de interrupción del embarazo que, al parecer, sólo querían él, la portera de su casa y algunos obispos preconciliares, recogió sus bártulos y se fue directo a la cola de INEM que, en esta ocasión funcionó a la perfección: en cuestión de horas le encontró colocación en un desconocido Consejo Asesor de la Capital con un modesto salario de ocho mil quinientos eurillos mensuales (imagino que, más dietas, asistencias, chofer, secretaria y demas canonjías inherentes a tal responsabilidad).
Pensará cualquiera que ha tenido suerte pero que será un contrato basura, tres meses como máximo y a la calle. Pues no, el contratillo es por seis años, prorrogable tácitamente, es decir de por vida. Hasta que le venga bien jubilarse con, ni se sabe, cuantos sueldos de la teta pública, esa entelequia con la que él y los suyos dicen querer acabar: la "cosa" pública, de la que todos maman, no los dos años previstos para los bebés, no, siguen mamando hasta su desaparición de las clases pasivas por muerte cierta y, aún entonces, lo heredan sus deudos.
Qué en este País no hay vergüenza es sabido pero que en esta situación de miseria, de recortes, de cierre de hospitales, escuelas, comedores, impago de ayudas a dependientes, despidos de profesionales de la sanidad, desatención del mantenimiento más elemental de instalaciones e infraestructuras porque no hay dinero... se continúen produciendo agravios, escarnios, como éste con el dinero de nuestros impuestos es,  debe ser considerado, un delito gravísimo, a quien lo otorga y a quien lo recibe. Quiero ver a los demás partidos, grandes y chicos, clamando para que esta barbaridad se subsane, se anule. Que se conforme con los cien mil euros de ministro. Y algo más le caerá, seguro.